Uno de los principales retos a los que se enfrenta la humanidad en el futuro más cercano es el de poder generar la energía suficiente para seguir llevando a cabo todos los procesos electrónicos, que cada vez son más. El gasto energético está basado, en su gran mayoría, en energías que no son sostenibles, en fuentes de energía que están menguando a pasos agigantados, hasta que llegará el momento en el que ni siquiera podremos utilizarlas. Las alternativas más ecológicas están comenzando a tener más presencia, pero todavía no la suficiente, mientras el planeta sigue desquebrajándose por la acción del ser humano.
Hay multitud de energías limpias que no contaminarían y que serían reutilizables, como por ejemplo, la solar o la eólica, basadas en los propios agentes externos y en su aprovechamiento máximo. Las empresas que controlan los suministros de energía, sin embargo, siguen dejándolas a un lado porque no les conviene cambiar su modelo a estas alturas. Existe también un tipo de energía muy especial, la energía verde, a través de la cual se conseguiría electricidad con frutas y verduras, en un proceso totalmente ecológico y que no dañaría lo más mínimo al medio ambiente, aprovechando los restos de esas frutas y verduras. Es una alternativa a pequeña escala, al menos por ahora, pero eso no la hace menos interesante.
Qué se necesita
La energía verde se trabaja en base a residuos de frutas y verduras, así que lo que necesitaremos serán principalmente estos alimentos, y una máquina que nos permita transformarlos en energía, ya sea en gas o en electricidad. Esta máquina suele ser un biodigestor, un mecanismo muy simple en el que los residuos se encuentran en una bolsa hermética de aire y son convertidos, gracias a la acción de una bacteria preparada para ello, en combustible y electricidad. Es un modelo de gestión muy barato que ofrece muy buenos resultados.
Eso sí, normalmente la energía que se obtiene a través de este método suele ser bastante poca, así que se necesitan muchos biodigestores, con muchos residuos de frutas y verduras, para abastecer a un comercio, por ejemplo. Es un sistema autónomo, eso sí, y puede estar trabajando durante todo el día porque solo hay que dejar que la propia bacteria haga su trabajo dentro de la bolsa hermética donde están los residuos. Todavía hay que perfeccionar un poco más el método, pero desde luego apunta a ser una posible solución, al menos a pequeña escala, cien por cien sostenible y respetuosa con el medio ambiente.
Cómo lograr que aumente la potencia
Evidentemente, hay frutas y verduras, como los tomates o las patatas, que funcionan mucho mejor para la obtención de este tipo de energía verde, porque conducen mucho mejor la electricidad. Conectando ese tipo de biodigestor a cualquier máquina que ayude a generar picos de mayor potencia e intensidad, tendremos electricidad suficiente para pequeños electrodomésticos caseros. Se están planteando grandes centrarles, como las hidroeléctricas por ejemplo, para conseguir mejore resultados con este tipo de sistema, aunque todavía quedan un poco lejos, por lo que se ve.
Cuánto tiempo durará encendido
Esto dependerá mucho del tipo de desechos que hayamos conseguido y de la propia máquina biodigestora, que es la encargada de convertirlos en electricidad. Podemos encontrar que algunas de estas máquinas son capaces de dar energía incluso a un comercio entero de forma autónoma, aunque como decimos, dependerá de la cantidad de materia prima que tengamos. Se ha pensado en esta alternativa como una de las mejores formas de llevar energía limpia y segura a las comunidades rurales en países como México, donde la producción de verduras y frutas también es ingente, y se puede aprovechar muchísimo todo este sistema.
Frutas y verduras mejores para generar electricidad
Como decíamos más arriba, hay algunas frutas, verduras y hortalizas que parecen ser más apropiadas para este tipo de sistemas en la obtención de energía verde y totalmente sostenible, por su propia composición alcalina, convirtiéndose casi en pilas. Los limones o las patatas son los más reconocidos, y hay multitud de experimentos con ellos, que realizan incluso los más pequeños, para sorprenderse por la capacidad que tienen de generar electricidad de una forma muy sencilla. También cuentan los tomates, las cebollas, el ajo o las naranjas, entre otros muchos productos que se producen y se consumen de manera masiva en nuestro planeta, y que pueden ser reutilizados como materia prima para conseguir más energía.