La industria de los videojuegos apenas tiene medio siglo de vida, pero ya se ha convertido en el sector cultural más importante, el que más dinero mueve en todo el mundo, y un arte por calidad propia, gracias a lanzamientos como The Last of Us o Red Dead Redemption, que han logrado llevar la historia y la trama en los juegos a un mundo nuevo, inmersivo y espectacular. Hoy por hoy prácticamente cualquier hogar cuenta con un PC de sobremesa o un buen portátil en el que se puede jugar, cuando no también con una consola de nueva generación enchufada a la televisión. Muchos jóvenes, de hecho, tienen como primer interés el jugar a los videojuegos, por delante incluso que la lectura o el deporte. Esto ha hecho que en los últimos años, la importancia del sector haya crecido mucho, lo que tiene cosas buenas y malas.
Los juegos que ahora tenemos en nuestros PCs y consolas son cada vez más emocionantes, más increíbles, con mejores gráficos, con más acción… Y eso genera un interés brutal en los jugadores, especialmente los de tipo competitivo, donde podemos pasar horas y horas jugando contra otros en torneos, para mejorar nuestras capacidades, para seguir llegando lejos, como deportistas profesionales, en este nuevo mundo de los deportes electrónicos. Esto, por supuesto, puede genera alguna complicación e incluso adicción, algo que ya se está viendo en muchas ocasiones con respecto a jugadores que tiene auténtico vicio por los videojuegos, en el mal sentido, claro está. ¿Existe esta adicción realmente? Vamos a conocer algo más sobre el tema.
Cuándo se considera una adicción
Hay gente que piensa que no se puede tener adicción a los videojuegos, porque no son una droga. Sin embargo, tanto los psicólogos como los expertos en adicciones están de acuerdo en considerar que podemos engancharnos a todo tipo de procesos, sean sustancias o no, incluyendo al deporte y al trabajo. La adicción se crea cuando nos enganchamos a algo que creemos que nos hace bien, algo que nos proporciona una satisfacción ya sea física o mental. Seguramente esté relacionado con un chute de enforfinas, y así lo entienda nuestro cerebro. El problema llega cuando ese enganche se convierte en algo peligroso, y cada vez necesitamos más y más de eso para sentir esa misma sensación. Ocurre con las drogas, pero también puede ocurrir, sin lugar a dudas, con los videojuegos.
Y es que este tipo de entretenimientos también pueden suponer una verdadera adicción si pasamos mucho tiempo jugando, hasta el punto de dejar a un lado otro tipo de obligaciones, como el trabajo, los estudios o las propias relaciones sociales. Habrá quien diga que estas relaciones también se mantienen a través de estos juegos, sobre todo en los de multijugador, pero evidentemente no es lo mismo. La adicción a los videojuegos llega cuando somos incapaces de dejar de jugar aunque sea por unos días, porque ese deseo que sentimos es tan grande que nos provoca una especie de “mono”. Esto hace que nuestra vida se vea completamente afectada por esta adicción, así que hemos de intentar no llegar a ese punto en ningún momento.
Adicción a los videojuegos en adultos
Muchos podrán pensar que esto de volverse adicto a los videojuegos es algo que solo les ocurre a los más jóvenes, a chicos adolescentes en edades complicadas que se abrazan a cualquier cosa para sentirse integrados, o que no son todavía lo suficientemente maduros y responsables. Sin embargo, la adicción a los videojuegos se suele dar también en adultos, porque hoy por hoy los videojuegos son para todos. Este tipo de adicción suele ser aún peor, ya que por norma general un adulto tiene más responsabilidades que un crío en su vida habitual. La adicción de videojuegos en adultos puede llevar a un menor rendimiento en el trabajo, o incluso a dejarlo, por estar solo pensando en videojuegos, a una nula vida social más allá de la red, y a otros problemas derivados de estar siempre jugando sentados, como pueden ser el sedentarismo y la obesidad.
Tratamiento para la adicción a los videojuegos
Si hemos hablado antes de que la adicción a los videojuegos es totalmente real y se puede entender como tal, ¿existen entonces tratamientos contra dicha adicción, como ocurre con otras tantas? Efectivamente, hay centros de rehabilitación que desde hace unos años están trabajando en este tipo de adicciones, no solo a los videojuegos, sino también a las redes sociales, a los móviles… En muchos casos, lo que se esconde es una adicción a la tecnología, en realidad, así que esto supone un primer paso para poder luchar contra ellas, de una forma muy parecida a cómo se hace con la adicción a las drogas, solo que esforzándose incluso más, puesto que cuando conseguimos que alguien deje de beber no tiene por qué hacerlo más, pero en el mundo actual la tecnología es insustituible, y cualquier adicto al móvil seguirá teniendo un teléfono en el bolsillo.
La solución es concienciar por completo a esa persona para que entienda todo lo negativo que le ha llegado por el uso abusivo del teléfono, o en este caso, de los videojuegos. ¿Podrán jugar estos adictos de nuevo después de la terapia y el tratamiento? Es posible que tengan que estar un tiempo en barbecho, y que se busquen otro tipo de aficiones, seguramente más sanas. Pero con el tiempo, siendo conscientes de todo lo que puede acarrear esa adicción, seguramente sí se sientan con fuerzas para volver a probar algún juego sin caer en la tentación de engancharse a él. Todo consiste en hacerle ver al jugador que tiene un problema, y que no es sano engancharse de esa forma a ningún videojuego.
¿Se trata de un verdadero problema social?
Desde luego, la adicción a los videojuegos afecta a cada vez más personas y se está notando bastante en muchos países. En Japón y Corea del Sur, por ejemplo, los jóvenes apenas prestan atención ya al deporte o a otro tipo de entrenamientos, más allá de los videojuegos. Esto acaba en muchos casos con su vida social y puede llevar, como ya hemos visto, a una situación complicada en la que no solo pierdan contacto con la auténtica realidad, sino también sufran consecuencias de ese sedentarismo que provoca esta adicción, al estar siempre jugando a videojuegos en casa, sin salir a hacer deporte.